domingo, 11 de octubre de 2009

Premio Nobel de las Promesas e Intenciones



Pues sí, lo reconozco. Cuando Obama tomó posesión de la presidencia de los EE.UU., el 20 de enero, creo que fui uno de los poquísimos que dudaron de toda la parafernalia y trascendencia con que el planeta Tierra vio los fastos en Washington. Por varias razones, tengo que añadir. La primera es un escepticismo respecto a todo lo político, venga de donde venga, que llevo por dentro desde hace algunos años. Ojo, evidentemente quería que Obama saliera elegido, y no uno de los cachorros de Bush, el ínclito McCain. Y me alegré por todas las promesas que hizo, por el cambio de rumbo que quiere darle, y prometió solemnemente cumplirlo, al tercer planeta del Sistema Solar, galaxia Vía Láctea. Bien por él, después de ocho años de horrores, vergüenzas y oscuridad. Y comprendí también toda la euforia de los norteamericanos (que pronto se contagió al resto de Occidente, como todo lo americano), mitad ilusión real por ver a un tipo carismático, buen orador y encima, afroamericano, dirigiendo los destinos de la Tierra; mitad una excelente campaña mediática presentando a Obama como un nuevo mesías del siglo XXI. Aleluya, pues, por sus loables intenciones, por querer intentar (lo de conseguirlo ya es otra historia) que israelíes y palestinos se den la mano, que coreanos e iraníes no monten más juguetitos nucleares, que Irak y Afganistán sean lugares pacíficos, que las multinacionales presten atención, de una puta vez, al medio ambiente; que la cosa mejore en Latinoamérica, en África, y en su propio país, donde tiene que darle la vuelta a un sistema educativo y sanitario totalmente obsoleto e ineficaz...


Tarea no le falta, desde luego, y muy probablemente, muchas de esos problemas no los podrá resolver, ni aunque lo intente en los 8 años que, como todo apunta, ocupará la Casa Blanca. Pero bueno, por de pronto, ya se ha reunido con muchos líderes mundiales, va a cerrar Guantánamo, ha sentado bases para futuras conversaciones de paz en Oriente Medio, ha hablado con los colegas rusos sobre lo de los misiles nucleares, etc, etc. Comienzo prometedor que habrá que ver si se confirma, dada la facilidad y prestancia de todos los políticos mundiales, se llamen Barack Obama, Zapatero, Adolf Hitler o José María Ansar; en no cumplir lo prometido y olvidarse puntualmente de todas las promesas que un día hicieron para arañar votos. Veremos.


Y ahora nos dicen desde Oslo que se le otorga el Premio Nobel de la Paz, ilustre y algo fantasmón galardón, que han recibido desde Nelson Mandela o la Madre Teresa de Calcuta, a grandes "pacifistas" como Henry Kissinger. Al parecer, los académicos de Oslo han valorado estos 8 meses de promesas, intenciones y reuniones para sentar bases, como algo lo suficientemente meritorio como para poner a Obama al lado de Mandela, Rigoberta Menchú, la Cruz Roja o Médicos Sin Fronteras.


He de decir que, ya de entrada, premiar a alguien por, literalmente, "prometer" e "intentar", me parece ridículo. Pero cuando esas intenciones y promesas provienen de un político... la cosa adquiere un cariz histriónico, casi. Me parece muy bien la obamanía, el aura mesiánico que desprende allá por donde va, y que quiera darle la vuelta al calcetín a todo lo hecho por Bush. Pero no alcanzo a entender muy bien las intenciones de premiarle sencillamente por haberse reunido con muchos líderes (rusos, islámicos y demás), empezar a conocer todos los resortes políticos y militares de este planeta, haber hecho promesas (que tiene que cumplir, ojo) y derrochar carisma. Dicen que más que nada ha sido una jugarreta, porque ese Nobel de la Paz puede pesar una losa para él, sobre todo en el momento en que se vea obligado a posponer o no poder cumplir, varias de las promesas tan ilusionantes y milagrosas que lanzó en su día.


Ya sabemos todos el cariz que tiene cualquier certamen de premios, los tan prestigiosos y relucientes Nobel, unos premios que han olvidado a gente como Tolstói, Borges, Kafka (en su versión literaria) o Vicente Ferrer (en lo relativo a la paz). Como buenos y famosos premios, muchas de sus decisiones han tenido un marcado carácter político y social, y lo de Obama va más bien en ese camino "mesiánico" que inició cuando anunció que intentaría llegar a ser presidente del Imperio. Bien, pues una vez otorgado el premio que, según en palabras del propio fundador, Alfred Nobel, se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz"; Obama se ve ante la tesitura de no defraudar al planeta Tierra y de cumplir cuantas promesas hizo en su día. Yo hace tiempo que soy muy escéptico respecto a los políticos y sus promesas gloriosas que tras votarles olvidan sistemáticamente. Espero que esta vez, y dentro de 8 años, podamos ver que este Premio Nobel de la Paz (y de las Promesas e Intenciones a Cumplir) no ha caído en saco roto. Estaré atento, por si acaso.


1 comentario:

Hokutaru dijo...

viva Obama, el líder político más sexy del globo xD